Uno, dos, tres...mil caídas...no quieres pasar por otra y crees que lo mejor es alejarte de cualquier posibilidad de sufrimiento.
Va pasando el tiempo; días, semanas, meses...Ya cumples tu propósito sin ser consciente de que lo haces. Que extraño, ni lo notas, simplemente pareces haber adquirido una especie de repelente... Tu vida sucede tranquila, solo piensas en lo te rodea, amistades, familia, y ¿por qué no? también en tus estudios. Te has dedicado a construir en tus ratos libres una muralla para evitar el paso a eso que temes tanto. Pero claro, nada es para siempre ¿no? y entonces, cuando crees que tu muralla es inaccesible, cuando piensas que es imposible que nadie se cuele dentro...es entonces cuando ocurre.
