martes, 22 de marzo de 2011

A dos centímetros

Cuando alguien te rompe, te destroza el interior y te hace sufrir de tal manera que harías cualquier cosa por cesar el dolor... Es en ese momento cuando le coges miedo a volver a caer.
Uno, dos, tres...mil caídas...no quieres pasar por otra y crees que lo mejor es alejarte de cualquier posibilidad de sufrimiento.
Va pasando el tiempo; días, semanas, meses...Ya cumples tu propósito sin ser consciente de que lo haces. Que extraño, ni lo notas, simplemente pareces haber adquirido una especie de repelente... Tu vida sucede tranquila, solo piensas en lo te rodea, amistades, familia, y ¿por qué no? también en tus estudios. Te has dedicado a construir en tus ratos libres una muralla para evitar el paso a eso que temes tanto. Pero claro, nada es para siempre ¿no? y entonces, cuando crees que tu muralla es inaccesible, cuando piensas que es imposible que nadie se cuele dentro...es entonces cuando ocurre. 
Alguien, tal vez un amigo o puede que un chico que te acaban de presentar, entra en tu vida haciendo saltar las alarmas. Al principio no eres consciente de lo que ocurre, solo te sientes bien con él. Eso va aumentando hasta llegar al punto en el que te encanta su presencia. Entonces reaccionas. Caes en la cuenta de que sus bromas te parecen más graciosas de lo que realmente son, que haces cualquier cosa por pasar un minuto más a su lado y que te vuelve loca su sonrisa. Aquí es cuando llega el miedo, te asustas y te niegas a ti misma esa atracción que sientes, te intentas auto-convencer de que es imposible. Haces todo lo posible por mantener tu muralla firme...Hasta que un día cualquiera, una tarde en la que quedasteis todos juntos; en la que tú estás riéndote con él de cualquier cosa; en la que, no se sabe por qué, puede que queriendo, puede que solo por una maldita broma del destino, os quedais a dos centímetros... Tus labios casi rozan los suyos, esos que tanto te gustaría probar...notas su respiración mezclarse con tu aliento formando el mejor perfume que podías imaginar...admiras más que nunca lo bonitos que pueden llegar a ser esos ojos...cinco segundos que se convierten en un mundo por culpa de dos centímetros... Y son esos dos centímetros tan insignificantes los que consiguen derrumbar esa muralla que habías construido a base de miedo... Sus ojos mirándote tan profundamente, su respiración mezclándose con la tuya... Tu muralla es totalmente destruida, y es ese preciso instante en el que vuestros labios los separan dos centímetros cuando tu cabeza se pone de acuerdo con tu corazón. Es increíble como dos míseros centímetros, o como una simple sonrisa, tal vez una mirada furtiva descubierta, pueden hacerle dar un giro de 180 grados a todas esas ideas y temores que poseías sobre ciertas mariposas en el estómago... Lo difícil ya está hecho, tu muralla ha caído. Ahora solo falta que seas capaz de salir a la luz y hacerle un poco de caso a lo que sientes. No es fácil, pero hay que echarle agallas porque, quién sabe, puede que él sea tu pasaporte hacia una nueva oportunidad.

2 comentarios:

  1. una entrada preciosa ... :)
    que gran verdad siempre intentamos alejarnos de aquello que nos ha dañado construyendo barreras pero nunca podremos atar a nuestro corazón y obligarle a no sentir nada
    me encanta tu blog un besito guapa ;)

    ResponderEliminar
  2. Guau! Me siento muy identificada con tu entrada. Me hicieron daño tantas veces que me creé un escudo yo solita. Me negaba a volver a sentir por miedo a caer otra vez. Tenía pánico a sentir de nuevo. Hasta que le he encontrado a ÉL.
    Siempre hay alguien que nos altera.
    Gran entrada. ¡Un beso!

    ResponderEliminar