martes, 8 de febrero de 2011

El cajón de los olvidos.

Cada día, cada hora, cada segundo, cada momento de tu existencia tiene algo... algo nunca ocurrido ni vivido, algo que querrás recordar siempre o nunca. Todos los momentos poseen algo, y este algo es parecido a una tonga de papeles que se van acumulando y acumulando hasta que son tantos que hay que decidir si guardarlos o no. Los separas en tres grupos: los que tirarás a la basura, los que siempre irán contigo y los que meterás en el cajón de los olvidos. Está claro que hay momentos, conversaciones, sensaciones, lágrimas, etc que todos deseamos olvidar, y esos papeles van directos a la basura, los olvidas para siempre sin ningún escrúpulo. ¿Qué mas da? No eran importantes. Después están esos de los que nunca te separarás: caricias, palabras, risas, momentos que te hicieron reír o llorar de felicidad. Esos, sin duda, los guardas cerca tuyo para poder verlos a diario. Hasta aquí, todo resulta fácil. Sí o no, no hay más complicación. lo difícil viene después, cuando te das cuenta que aun quedan papeles...Y son los peores. No sabes donde meterlos, te traen malos recuerdos, y obviamente son cosas que no quieres recordar. pero al mismo tiempo te dieron demasiada felicidad en otros momentos y te niegas rotundamente a tirarlos. Esos van al cajón de los olvidos. Bueno, acabaste. Sí, terminaste de hacer limpia, pero el cajón no es infinito y también se llena... No quieres tocar ese cajón porque significa despertar malas experiencias que estaban dormidas. Pero no te queda otro remedio porque ha ocurrido algo que te ha hecho recordar que ere maldito cajón no está vacío. Lo abres y te mareas. Huele a cerrado mezclado con dolor y tristeza. En el momento que tocas el primer papel empiezas a recordar; desengaños, pérdidas, partidas de los mas queridos, lugares que no quieres volver a pisar, peleas con esas personas... Y llegas a ese papel que nunca hubieras querido tocar, el que mas tiempo lleva en el cajón, olvidado y repudiado... Dios, como duele... te produce nauseas y un dolor taladrante en el pecho...
¿Qué hacer ahora que todo salió a la luz de nuevo? Pues lo mejor que puedes hacer: reciclar. Escoges lo que aprendiste de ese papel y lo separas del dolor. Uno a uno... Así ganas experiencias para no volver a tropezar en la misma piedra...
La limpieza de este cajón duele mas que un disparo o una caída desde un noveno piso, pero también te hace madurar y aprender a ver el vaso medio lleno y no medio vacío. No lo limpiamos todos los días, ni siquiera todos los años, por eso se llena tanto. Pero acumular dolor y rabia no sirve de nada, por eso es mejor hacer que al menos durante un leve periodo de tiempo, los papeles están divididos solo en dos grupos. Lo que si y lo que no. Poco a poco, y si lo haces bien, conseguirás que cada vez que lo limpies tengas menos dolor que la vez anterior. Perdona, olvida y vive feliz, esa es la fórmula para mantener ese maldito espacio de tu cabeza a raya.

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